De acuerdo a la Asociación Mexicana por la Ciencias Conductual Contextuales menciona que: “las emociones nos organizan psicológicamente (mental, física y conductualmente), para actuar cuando está ocurriendo algo importante, además le da profundidad a nuestras vidas y brinda información relevante sobre nuestras metas y cosas que valoramos”. (2015).
Las emociones son parte del ser humano, y están presentes en nuestro sistema de respuesta de forma fisiológica (movimientos corporales, gestos o expresiones) las cuales están reguladas por el sistema nervioso simpático y contribuyen de forma importante en nuestro bienestar o malestar, es por ello que es necesario conocerlas, explorarlas y mantener un autocontrol en cada situación.
Para comprenderlas debemos partir de la “triada psicológica” es decir unir las emociones (procesos que se activan para controlar una situación) con los pensamientos (actividad mental) y las conductas (acciones) como la forma de respuesta final.
Prevalecen:
Alegría: Sensación de satisfacción, bienestar y seguridad.
Miedo: Para anticipar la acción ante el peligro o amenaza, lo cual deriva a la ansiedad.
Tristeza: Actúa como una reintegración personal, lo cual desciende a la soledad y pesimismo.
Sorpresa: Reacción a algo inesperado puede ser positiva o negativa.
Aversión: Respuesta de rechazo, produce desagrado.
Ira: Aparece cuando se presenta una amenaza y puede ser adaptativa.
El sentir y comprender las emociones negativas muchas veces es muy complejo; ya que por lo regular su raíz proviene de la carencias y aprendizajes durante la etapa de la infancia, el proceso de reconocimiento emocional suele causar desagrado y por lo regular las personas tienden a evadirlas, por lo que es muy importante gestionar la enseñanza de la inteligencia emocional desde los primeros años de crianza.
La inteligencia emocional juega un papel importante cuando queremos mantener un equilibrio mental satisfactorio, es por ello que debemos de aprender a conocer nuestras emociones a través del autoconocimiento, fortalecer la adaptación de nuestro entorno, así como manejar de forma equilibrada la tolerancia a la frustración cuando los resultados son distintos a los esperados.
Información documentada por:
Aruanno, Y., Cassullo, G.L, Garcia, Labandal, L., (2023). “Inteligencia Emocional”. Una revisión sistemática. Vol. 16. (Emisión 1). (pp.) 34-56.
Schwamm, L., Van, C., Mueller, J. (2006). “The neurobehavioral cognitive status examination: Comparison with the cognitive capacity screening examination and the mini-mental state examination in a neurosurgical population”. (Emisión 1). (pp. 28-64).